"quien escribe con sentido del riesgo anda sobre un hilo y además de andar sobre él tiene que tejerse un hilo propio bajo sus pies"
El Mal de Montano se compone de cinco partes, y cada una de ellas nos desmiente a la anterior. Y, como es natural, cada vez que hablamos de Vila-Matas, es un tributo a todo lo literario. Vila-Matas nos hace creer que no existe vida más allá de la literatura, y eso, es magia literaria.
¿Y quién es Montano y cuál es su mal?
Montano es el supuesto hijo de nuestro narrador. Y su mal su gran enfermedad es la literatura. Es un ágrafo trágico. Un escritor que ya no puede escribir (no sé de qué me suena esto...) y su padre, un crítico literario, tan enfermo de literatura cómo su hijo, salvo que su padre sí puede escribir. Pero esto es sólo la primera parte. Pues la segunda nos habla también del Mal de Montano, pero para desmentir todo lo anterior y comenzar así el verdadero "Mal de Montano", diario íntimo y homenaje a la veracidad.
Sobre la muerte de la literatura, el triunfo de lo no literario y de los escritores falsos, es de lo que trata esta metanovela, disfrazada a veces de diario, a veces de novela y a veces de ambos a la vez, que nos introduce en las entrañas de la literatura, nos hace ver su interior, y nos advierte, que la literatura, a comienzos del siglo XXI, está en peligro, a punto de desaparecer. Nos encontramos a un hombre enfermo de literatura, tan obsesionado con esta, que su vida gira en torno a ella. Citas, fragmentos y anécdotas de diarios (reales o de ficción) de un sin fín de autores, algunos reales y otros no, cubrirán las páginas de esta oda a lo literario. Cernuda, Camus, Mansfield, Gombrowicz, Walser, Borges, Baudelaire, Kafka, Woolf, Guide, Höderlin, e incluso Shakespeare, todos tienen cabida entre las páginas de esta obra.
Pasajes enteros del libro, en el que, Vila-Matas nos hace dudar de lo que leemos. Los celos, la incertidumbre sobre la realidad en sí misma, los enemigos que él mismo crea nos hacen poner en entredicho la cordura de nuestro diarista. Ya no se sabe si es ficción, si es real, si nos habla Enrique o Rosario, si lo que cuenta le sucede a él en realidad, o si sólo es producto de una mente infinitamente creativa. Lo que este hombre escribe, es arte en estado puro. Un arte que sólo él domina.
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