Yo, Julia. Un merecido Premio Planeta. ¡Al fin!

Santiago Posteguillo firma un Magnum Opus como novela histórica de una figura femenina que ha sido vetada a lo largo de su historia por dos razones: Por ser mujer y extranjera en Roma. Su origen sirio no significó nada en su fulgurante ascenso desde una provincia romana en una esquina del mapa hasta ser la fundadora de la Dinastía Severo, ¿o deberíamos decir Julia?

Santiago Posteguillo y el Premio Planeta


"El escritor Santiago Posteguillo confiesa que cada vez le interesan más los personajes femeninos porque la historia “está escrita por los hombres” y cuenta los hechos desde su punto de vista, escamoteando la voz de mujeres importantes. Una injusticia de siglos que emerge a la luz en su última novela histórica, que coincide con la ola feminista que sacude el mundo".

Atendiendo a lo que Posteguillo confirmó en una entrevista para la Radio Televisión española:

"Ya está bien de tantos magníficos personajes femeninos injustamente olvidados"


Estamos ante un autor unido a la causa feminista en la que le importa el 50% del conocimiento humano así como su historia.

Con un curriculum que puede dejar en "la Edad de Piedra" a casi cualquiera,

Es filólogo y Doctorado por la Universidad de Valencia, además de profesor en la Universidad Jaume I de Castellón. Estudió literatura creativa en Estados Unidos y lingüística y traducción en el Reino Unido.
no es de extrañar que realizase una tercera incursión en el mundo editorial, otra vez en Roma, con una obra magna en la que se retrata con toda fidelidad a la Emperatriz Julia Domna, esposa de Septimio Severo, y su recorrido, en menos de diez años, con el fin de legitimar su dinastía en el imperio Romano del Siglo II d.c.

El autor confiesa que es un guiño a Yo, Claudio de Robert Graves que, más que una novela histórica y de acción, es una novela histórica de intriga, ideal para retratar el cómo y el cuándo de la forja de un imperio dinástico desde el punto de vista de Galeno, el médico imperial.

Posteguillo confiesa que en su periplo de rescatar personajes históricos olvidados, aprovechó para documentarse sobre Julia y se encontró con alguna que otra anécdota por su gran empatía a la hora de retratar personajes tan veraces:

"Siempre que me preguntan por esto me viene a la cabeza algo que decía la escritora sudafricana Nadine Gordimer. A ella le decían que cómo podía escribir personajes negros de forma tan creíble, siendo ella una mujer blanca. Y ella lo explicaba con la norma esencial de todo escritor o escritora: por su capacidad de empatía.


Yo quiero pensar Agatha Christie no mató a nadie, pero se ponía en la piel del asesino como nadie. De la misma forma que yo he narrado aspectos de un combate sin haber estado nunca en ninguna guerra. Pero sí he hablado con militares españoles que estuvieron en Afganistán que me han dicho: 'Lo que usted describe en Las legiones malditas es lo que yo sentía en primera línea de combate'".

Haciendo alusión a su evolución desde la primera trilogía de Escipión, pasando por la trilogía de Trajano, el escritor nos comenta que las fuentes históricas siempre han obviado a la figura femenina. No han trascendido de la estructura patriarcal y nos recuerda que la historia está contada por hombres sobre hombres, sentenciando con lo siguiente:

"De Julia encuentro una biografía escrita por una historiadora -dato que no es casual porque ahora son muchas historiadoras las que están igualando el tema gracias a su trabajo-: la profesora Barbara Levick de Oxford. Empezaba la biografía de Julia diciendo: 'No entiendo como no existen novelas ni películas de Julia Domna'".

Pero la principal anécdota y que indignó una vez más a Santiago Posteguillo fue lo siguiente:

"En todo caso, sólo existía una obra literaria sobre Julia. Una obra llamada Julia Domna escrita por Michael Field, pseudónimo de las escritoras victorianas de teatro en verso Katherine Bradley y Edith Cooper, que se tenían que ocultar detrás de una pseudónimo masculino para publicar en su época. Uno de los pocos ejemplares que existen de esta obra estaba en la sección de libros 'raros' de la Universidad de Cambridge, y allí que me fui para tener en mis manos aquel ejemplar y leerlo. Y, de nuevo, la lectura me llevó a pensar: '¿Sólo una obra de un personaje tan grande en 1.800 años? Otra vez se me revolvieron las tripas y me puse al tema". 
 Fuente 

Yo, Julia 

Después de este preludio a modo de digresión y mostrar el lado más humano y feminista de Posteguillo vamos a reseñar la novela.

En primer lugar, aquellos que hayan leído, como yo, la trilogía de Escipión y de Trajano, cabe mencionar que la historia está enfocada en Julia y en su progresión hacia el poder, enfrentando su dignidad a la de Cómodo, huyendo de Roma cuando gobernaba Pértinax, derrocando a Juliano y sus despropósito de comprar un imperio, masacrando a Nigro y realizando una estrategia del todo por el todo contra Albino y su esposa Salinátrix, todo ello a través del amor de su vida, su marido, Septimio Severo. La diferencia fundamental estriba en que la acción y la estrategia militar (que la tiene) quedan en un segundo plano, haciendo hincapié a las intrigas y "estrategias" palaciegas. No veremos un Quinto Fabio Máximo en el senado haciendo alarde de una retórica poderosa y persuasiva, pero sí veremos cómo una historia contada desde el seno de un matrimonio enamorado deriva en la conquista del imperio.

Las batallas son menos numerosas, la recreación histórica y estratégica es soberbia, se respira el campo de muerte y exterminio como ha realizado tan bien en Escipión, PERO, no es lo verdaderamente importante como ya se ha mencionado.

Los que hayan visto la serie Yo, Claudio, entenderán mis palabras cuando describa esta portentosa novela como lo que es, una novela de intriga política, no de aventuras o de acción. En aquella época de intrigas, las envidias, desde cualquier estamento o categoría social, la que sea, están magníficamente perfiladas como solamente el autor sabe hacerlo.

El autor desgrana todas las partes, la de todos los personajes, incluyendo sus motivaciones en la empresa en la que se vean inmersos o en la que se empeñen. Incluyo los frumentarii (policía secreta de Roma), la perspectiva de la trata de esclavos y los esclavos en sí, elaborarando un fresco romano como los que se conservan todavía en Pompeya, están recreados con toda la veracidad histórica.

Áureo con la efigie de Julia Domna Fuente

La bibliografía es un lujo, y no está impresa en las últimas páginas por sugerencia del autor para una simple consulta, sino para darnos a entender cuáles han sido sus fuentes y qué es lo que Posteguillo ha leído para una perfecta documentación.

La calidad literaria no se ve mermada pese a que he notado algún que otro error en la redacción, sobre todo al principio, y la ausencia de batallas hasta aproximadamente la mitad de la obra, quizá para cumplir un plazo determinado, ejem, para un concurso en concreto, ejem!.


Ha obviado dos batallas importantes antes del enfrentamiento con Nigro, y no ha representado (solo muy por encima) las batallas de las legiones del Rin contra Albino. Lo que demuestra que trabajaba con un plazo determinado y con un enfoque: La mujer en el imperio romano, la más famosa e inteligente de ellas que, además, fue emperatriz y Mater castrorum de las legiones de Septimio Severo (solamente le asignaron anteriormente este título a Faustina la Menor en el 174 d.c., esposa de Marco Aurelio).

El amor que siente Julia Domna por su esposo, por sus hijos, y viceversa es el motor de esta conmovedora historia. El patriarcado feroz de la época romana no pudo resquebrajar, en favor de las buenas costumbres de aquellos años, el amor que ambos sentían mutuamente y el ansiado deseo de la emperatriz. No luchaba por un imperio, sus deseo era forjar una dinastía.

Ave Julia!


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