Tomás Moro tenía un sueño, un sueño irrealizable, el soñaba con una sociedad justa e igualitaria, donde la población fuese culta y solidaria, donde no hubiese escasez de alimentos, donde los enfermos no sufrieran, donde no existieran ni ricos, ni pobres, y por eso, escribió Utopía en el año 1516.
Este hombre fue decapitado por Enrique VIII -si el que le cortó la cabeza a dos de sus esposas- por mantenerse fiel a Roma y a la iglesia Católica. Tomás Moro, en su juventud perteneció a la orden franciscana y abandonó la vida monástica para convertirse en juez, también fue poeta, lord canciller, abogado... ah y después de muerto: Santo.
Seguramente hayas oído hablar de esta distopía -de hecho distopía es el término opuesto a utopía-, que se presenta en forma de diálogo entre tres hombres; Peter Giles, Rafael Hythloladeo y el propio Tomás Moro. Es una dura crítica, a la justicia de su época -totalmente aplicable a la actual-, a la situación de los enfermos y pobres, y sobre todo a la ociosidad y avaricia de los que más tienen. En la primera parte, los tres debaten sobre la sociedad británica y su corrupción, la pobreza de gran parte de la población, los nobles, las tierras, la agricultura. Crítica sobre todo que la mayoría de tierras está en manos de unos pocos. Podría decirse que en este libro se establecen los principios del comunismo.
"De otro lado, pienso que a nadie se le escapa lo absurdo que es, y hasta pernicioso para la república, el castigar por igual al ladrón y al homicida."
Rafael Hythloladeo, es un navegante ficticio, tan ficticio como la isla de Utopía (no lugar). Es importante recalcar que en 1516 todavía no se había explorado en su totalidad el continente americano por parte de los europeos. Pues bien, Hythloladeo, era un navegante portugués que había viajado con Amerigo Vespucci en tres ocasiones llevado por sus ansias de aventura. Además se trata de un hombre con un gran pensamiento crítico. En el último viaje decide ir por su cuenta y es así como descubre lugares maravillosos entre los que se encuentra esta isla. Y es en torno a Utopía y su organización a lo que gira este diálogo en el jardín de Peter Giles.
Titelholzschnitt aus Thomas Morus' Roman Utopia |
La repartición del trabajo es otra de las características de este utópico país, es importante recalcar que el principal motor económico de la isla es la agricultura, y que absolutamente todos sus habitantes trabajan en los campos al menos durante seis meses al año. Las jornadas laborales son absolutamente idénticas para todos sus habitantes, igual que sus ropas, casas, e incluso las ciudades tienen el mismo esquema. No le dan valor al oro, o al dinero, pues el oro se usa para hacer las cadenas de los condenados y el dinero no existe. La propiedad privada tampoco existe, y sus ciudadanos viven en comunidad. Como disponen de horas libres durante el día los utópicos dedican tiempo al estudio. También es importante destacar la vida ascética de sus habitantes, reflejo de las ideas religiosas de su autor.
El encuentro de sir Tomás Moro con su hija tras su sentencia de muerte por William Frederick Yeames (1872). |
Pero aunque, hay cosas muy positivas en Utopía, nos encontramos con otras, no tan "ideales". Ningún utópico puede abandonar su ciudad sin consentimiento de sus dirigentes, de manera que la isla en sí se convierte en una cárcel, además no se relacionan con gentes del exterior. Tampoco el hecho de que haya esclavos me parece una característica de una sociedad justa e igualitaria, eso sí los siervos y esclavos están repartidos de manera equitativa entre los utópicos.
Es una república en la que sus habitantes carecen de libertad. Nada se escapa al azar en Utopía, todo está previsto y calculado, pero para mí lo que la convierte en una autentica distopía es que no hay cerveza.
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