Konets. "Fin" de la octología de Augusto Ledesma y Ramiro Sancho

El maestro de la novela negra española, se despide de sus personajes en este final apoteósico, metamorfoseado en una distopía comandada por las nuevas tecnologías y la seguridad informática con el trasfondo del metaverso. 

¿Y qué es el metaverso? No es ni internet ni la Deep Web, es lo que en la ciencia ficción podríamos llamar conciencia cibernética.

La continuación de Khimera e hilando fino

Gellida nos propone un final en donde todo queda bien atado con esa sensación que de que los cabos sueltos están con nudo marinero y el hilo es totalmente fino. 

Siendo la continuación natural de Khimera, Gellida realiza un increíble trabajo de documentación y dota de personalidad a la presente novela haciendo, como casi cada libro de su "octología", una historia totalmente auto-conclusiva.

La trama, dividida en dos inmensos flashbkacs temporales, uno en 2030 y otro en 2054 (después de la devastación total), nos habla de Olek Opiozcenek en su adolescencia y en su adultez, retratándonos, como si se tratase de un deja vu, la transformación de la decisión de un niño al convencimiento de un propósito.

En su camino a tan desdichado final, imprevisible de todos modos, estará a la par con los personajes que sobrevivieron a la primera parte de esta distopía; unos sacrificándose por el bien común y otros viendo sus intereses más personales.

La acción es absorbente, porque nos encandila sentir como pasa de una novela del espionaje a la acción más desmedida; de las intromisiones cibernéticas, rompiendo barreras de seguridad, al germen de toma de conciencia de la inteligencia artificial; de lo que puede pasar mañana mismo, tecnológicamente hablando, a lo que puede suceder pasado mañana. Gellida no deja títere con cabeza ni género literario sin tocar o añadirlo en konets.

Lo que dejó atrás y sin respuesta en varias de sus seis novelas anteriores, aquí tienen su cameo o su redención, su desquite o su deuda pendiente que subsanan haciendo que la acción, lejos de ser normal, se transforme en una trama atípica para enganchar todavía más al lector. Si la característica fundamental del gellidismo son los giros argumentales, aquí se transforman en verdaderos tornados estilísticos imprevisibles.

¿Es necesario concretar más en esta trama? No, porque sería revelar información en detrimento del disfrute del ávido lector de aventuras y misterios.


Inspiración

La inspiración, fruto de una mente muy genuina, bien pudo venir de la saga de Ghost in the Shell de Masamune Shirow, cuando hizo allá por el 91 su obra magna. O bien pudo venir de Yukito Kishiro con su Alita: Angel de combate cuando los usuarios podían conectarse a través de un casco para ver en primera persona la acción que se desarrollaba en las carreras de Motor-Ball.

Es innegable que el cyberpunk japonés puede estar muy presente en esta novela si se conocen las obras anteriores pero, lejos de realizar un plagio, que no lo hace, nos demuestra la verosimilitud de lo que puede acontecer mañana, como si de la serie Black Mirror se tratase.

Ghost in the Shell by Sangrde - Fuente
Es el último aviso de lo que puede suceder y la desesperanza del género humano y el desencadenante de la obra de Augusto Ledesma reflejado en su Hijo Olek.

Si hubiese un arquetipo literario que definiese mejor esta novela, sería la maldad que, retratada en todas sus facetas, Gellida nos muestra el lado más humano de esta característica universal en todo su esplendor.

Si todavía siguen con dudas acerca de este autor o de esta novela, solo me queda añadir que no nos casamos con nadie y que aquel que no sepa mantener su nivel después de su primera novela, aquí nos encargamos de aplastarlo debidamente para que el lector no compre una obra en vano.

Pasen y lean a uno de los mejores escritores del siglo XXI.


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